sábado, 26 de marzo de 2011

Las crónicas de Teddy.

Santi le mostraba sus manos a la maestra, limpias. Salió corriendo como una muñeca inspirada a jugar al patio sin olvidar jamás su osito y su gorro de Batman, que periódicamente caía al piso, ya sucio del día anterior. Él, cada recreo salía volando llevado por el viento, arraigado a unos dedos color cocoa y de uñas negras, que le apretaban el cuello como con una violencia cariñosa (dura paradoja). Jugaba un rato con el aire y otro tanto con el suelo, el rato más largo era el del suelo seguro, porque las manos que antes lo mantenía seguro al rato ya lo soltaban y se cerraban para ocasionar un cismo facial o estomacal ajeno. Él caía al suelo con un solo rebote. Casi inmóvil porque de vez en cuando lo pateaban sin querer. Después de un rato volvía a sentirse seguro con manchas de jugo de tomate encima y los dedos presionándole el abdomen 100%  algodón, volaba hacia la clase, y finalmente de vuelta a la mochila de Santi.  

Luis Pazos               27/3/2011                                          2:40am          

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